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Recientemente tuve la oportunidad de vivir en carne propia el poder y la gloria de Dios, quien me mantiene con vida y gozando de buena salud. Yo que fui levantado en el esfuerzo y en medio de muchas necesidades y carencias, y luego me forme, para convertirme en una piedra angular de la familia y la sociedad, hoy estoy superando la prueba más difícil de mi vida. Estuve muy cerca de la muerte en el Instituto Cardiovascular del Cesar, afectado por una obstrucción de tres coronarias, lo cual me llevó a una cirugía de pecho abierto el 12 de abril de 2023 para una revascularización coronaria con tres puentes. Mi familia, mis amigos y yo, vivimos unos días muy difíciles, muchas iglesias oraron por mi vida y mi recuperación, con lo cual comprendí una vez más, que un ejército de oradores es más fuerte que un ejército militar. Después de cinco días en UCI intubado, volví a la vida y aquí estoy parado, con la fuerza del águila y del búfalo para seguir surcando el firmamento de la vida con sus alegrías y sin sabores. Soy un testimonio de vida y del poder y la gloria de Dios. Como si fuera poco este milagro, un año después de esa cirugía de alta complejidad, se me suben los antígenos prostáticos excesivamente, y vuelve la angustia y la tribulación a hacer blanco en mí y los míos. Nuevamente soy intervenido quirúrgicamente el 3 de marzo de 2024 en la clínica Shaio de Bogotá de una Prostatectomía radical mediante la técnica de laparoscopia asistida por robot, porque ya asomaba la malignidad en este órgano de mi cuerpo. Hoy nuevamente, soy un testimonio del poder y la gloria de Dios, después de una segunda cirugía con los riesgos que estas intervenciones demandan. Por eso he querido dar este testimonio edificante, que es muy poco común, para el avivamiento de la fe en Dios y para que todos comprendamos las palabras del que murió en la cruz por nuestra salvación. Dios me ha dado una segunda oportunidad de vida y aquí estoy, para ser útil, en el entendido, que es mejor ser útil que ser importante. Ya cuando uno está en la edad del otoño, por encima del bien y el mal y con una profunda maduración interior, no le queda sino mirar la vida con mucho más amor por sus semejantes. Escribiendo despacio si vamos de prisa, dejando a un lado los protagonismos innecesarios y viviendo cada día como si fuera el último. Comprendiendo que la vida tiene dos caras, una de alegría y otra de tristeza, donde todo es vano y la dicha es fugaz. Después que Dios te talla como un diamante en bruto, entonces sigues comprendiendo que la alegría y el dolor son la esencia de la vida, y que nada es eterno. Comprendes también que la vida es solo vanidad de vanidades y que debes buscar la esencia y no la apariencia de las cosas, porque no todo abrazo es sincero ni todo elogio es verdad. En esta segunda oportunidad de vida quiero mirar a mis semejantes y que me miren a mí también con ojos de piedad. Que entendamos que somos humano y lo humano es imperfecto, solo Dios es perfecto. Invito a la humanidad a vivir en plena armonía, amándonos los unos a los otros y comprendiendo nuestras limitaciones y alcances. También los invito a quitarnos los guantes, las prevenciones y los prejuicios y a apartarnos de la envidia y la codicia y la ambición desmedida por el dinero y el poder. Pongámosle freno a la lengua, que es la responsable de todos los males que hay sobre la tierra, aprendamos a tragar palabras y a aguantar presiones, sin olvidar que, palabras sacan palabras. También recomiendo desde esta segunda oportunidad de vida que Dios me da, que siempre llevemos mensajes de edificación por las redes sociales, recordando que la vida es la mejor escuela y debemos aprender sus lecciones para no tirarnos la vida ni la escuela. Tampoco le hagamos a otros, lo que no deseamos que nos hagan a nosotros. Dejemos brillar a quien tenga que brillar, finalmente, el sol brilla para todos, recordando que de nada sirve tu luz si no eres antorcha del camino de los demás que viven en tinieblas. Esperemos el turno, a cada santo le prenden su velita y el cuarto de hora llega.